La controvertida central nuclear de Ascó, a la que recientemente el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha propuesto para la imposición de la mayor sanción administrativa en la historia de las instalaciones nucleares españolas, ha sufrido un nuevo incidente calificado como de grado "0" en una escala de 7 por parte del Organismo regulador español en materia nuclear.
El accidente ha consistido básicamente en una fuga de aceite en una de las turbinas, es decir, en una parte ajena al reactor nuclear y con nulo riesgo de fuga radiactiva, que ha obligado a desconectar a la central de la red eléctrica para poder proceder a su reparación.
A pesar de que se trata de un incidente con nulo riesgo para la vida, la salud y el medio ambiente, ha merecido especial atención por parte de los principales medios de prensa nacionales (El Mundo, El País) que destacan el hecho de que ya en Ascó I se produjo una fuga de sustancias radiactivas que obligó a examinar a 1.600 personas para comprobar que no se encontraban contaminadas. Efectivamente, no se encontró contaminación alguna ya que la fuga no había revestido un gran riesgo. Sin embargo, la ocultación de información por parte de los responsables de la central, que impidió que se calificase la incidencia como de grado 2 cuando lo que le correspondía es que fuese de grado 1, motivó la apertura de un expediente por esta infracción grave, en el que se propuso por el CSN la imposición de una sanción de hasta 22 millones y medio de Euros. Aunque esta sanción es la más alta propuesta en materia nuclear de toda la historia en España, es pecata minuta para los titulares de dichas instalaciones ya que no pertenecen a una única compañía, sino que son gestionadas conjuntamente por varias sociedades, siendo las que tienen la mayor parte de las participaciones ENDESA e IBERDROLA, nada menos, es decir las dos eléctricas más potentes de toda España.
Sin embargo, incidentes como el que ha ocurrido en Ascó I no deberían preocuparnos ya que son normales en cualquier instalación de tipo energético. El único problema aquí es que, como ocurren en una central nuclear, enseguida surgen las alarmas, no por parte de los expertos, sino por la prensa, la opinión pública y los ecologistas, quienes por desconocimiento o por ideas preconcebidas sobre la energía nuclear, opinan que estamos ante situaciones de un enorme riesgo para la población, pidiendo, por lo tanto, el cierre de dicha instalación y del resto de las existentes en España. Si esto se produjese finalmente sería un desastre para el sistema eléctrico español y para nuestra independencia energética, debido a que la energía nuclear es nada más y nada menos que el 20% de nuestro mix energético.
El CSN es un organismo que funciona bien y las centrales españolas son seguras (eso lo demuestra que en más de 30 años de vida no ha habido ningún incidente que haya supuesto riesgo para los humanos o el medio ambiente). Más bien deberíamos plantearnos reabrir el debate nuclear y construir más centrales que sustituyan a las antiguas. Hay que tener en cuenta, además, que Francia tiene 59 centrales nucleares por lo que estaremos sometidos siempre a un riesgo nuclear, pero sin sacar los beneficios de la energía nuclear.
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